Vitamina D podría retrasar el envejecimiento, estudio

Vitamina D podría retrasar el envejecimiento, estudio. Una afirmación que suena a promesa de etiqueta cara, pero que esta vez proviene de la ciencia y no del marketing.
Bajo el sol cotidiano que ignoramos, en cada rayo matinal que evitamos por miedo al melanoma, podría esconderse una herramienta silenciosa para ralentizar el reloj biológico. ¿Y si parte del secreto para envejecer con dignidad —o al menos, con menos prisa— estuviera justo en nuestros niveles de vitamina D?
Así lo sugiere una nueva investigación publicada en The American Journal of Clinical Nutrition, en colaboración con Mass General Brigham y otros centros de investigación médica de Estados Unidos. El estudio analizó el impacto de la suplementación con vitamina D sobre los telómeros, estructuras fundamentales en el envejecimiento celular. ¿El hallazgo? Una relación directa entre niveles adecuados de vitamina D y mayor longevidad biológica.
¿Qué dice el nuevo estudio sobre la vitamina D y el envejecimiento?
El estudio, publicado en mayo de 2025 en AJCN, examinó a más de 3,800 adultos mayores de 50 años durante un periodo de cuatro años. Se enfocó en evaluar cómo los niveles de vitamina D influían sobre la longitud de los telómeros, que son estructuras que protegen nuestros cromosomas y se acortan con la edad.
Los participantes que mantuvieron niveles óptimos de vitamina D —ya sea por exposición solar, dieta o suplementos— mostraron una menor tasa de acortamiento telomérico en comparación con quienes tenían deficiencia. Este acortamiento está vinculado al envejecimiento biológico, así como a enfermedades como Alzheimer, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
El equipo liderado por Mass General Brigham concluyó que una suplementación adecuada podría preservar la integridad celular, actuar como modulador antiinflamatorio y, en palabras sencillas, ayudar a envejecer más lento y mejor.
¿Cómo influye la vitamina D en el envejecimiento celular?
La vitamina D no es solo un nutriente más: actúa como una hormona reguladora del sistema inmunológico, del metabolismo óseo y de la expresión genética. En el contexto del envejecimiento, su influencia más directa está en los telómeros: las "puntas" protectoras de nuestro ADN que se desgastan con el tiempo.
Cuando los niveles de vitamina D son bajos, se activa un estado inflamatorio crónico de bajo grado, conocido como inflammaging, que acelera el envejecimiento celular. Además, hay un aumento en el estrés oxidativo, otro enemigo de la longevidad. Ambos procesos deterioran los telómeros más rápido de lo natural.
Por el contrario, mantener niveles saludables de esta vitamina puede reducir marcadores inflamatorios, proteger la integridad celular y contribuir a la salud mitocondrial, lo que se traduce en mejor energía, memoria y tono muscular con el paso del tiempo.
Señales de deficiencia de vitamina D en adultos
No siempre es evidente, pero el déficit de vitamina D puede manifestarse en síntomas tan sutiles como:
- Cansancio crónico sin causa aparente
- Dolores musculares o debilidad general
- Depresión o cambios de humor constantes
- Caídas frecuentes o pérdida de masa ósea
- Infecciones respiratorias recurrentes
Si estos signos aparecen en personas mayores de 40 años, podrían no solo ser un aviso de deficiencia, sino una alerta temprana de envejecimiento acelerado. En estos casos, el monitoreo de los niveles séricos de 25(OH)D es fundamental para corregir a tiempo el rumbo metabólico del cuerpo.
¿Cuánta vitamina D necesitamos para mantenernos jóvenes?
La cantidad recomendada varía según edad, exposición solar, tipo de piel y condición médica. Sin embargo, en términos generales:
- Adultos sanos: entre 600 y 800 UI diarias
- Adultos mayores y personas con poca exposición solar: hasta 1,000–2,000 UI diarias, previa valoración médica
- Las mejores fuentes naturales de vitamina D incluyen:
- Pescados grasos como salmón, atún o sardinas
- Yemas de huevo y hongos expuestos al sol
- Lácteos fortificados y cereales integrales
También es esencial la exposición solar moderada (10 a 20 minutos al día en brazos o piernas sin bloqueador), sin llegar al punto de daño dérmico. Y cuando la dieta o el clima no alcanzan, los suplementos son una herramienta válida, siempre bajo supervisión profesional.