Hambre emocional: cómo sanar el alma al mismo tiempo que bajas peso

Aún no es medio día, la semana apenas empieza y literal. ¡Ya te 'mueres' de hambre! Sin embargo, esa sensación nada tiene que ver con la necesidad física, si se le antepone: el estrés de llevar a los niños a la escuela, llegar al trabajo, recibir el primer regaño, y por último, sentir que no somos nada. En resumen, el deseo irrefrenable de comer es en realidad el impulso de tragar emociones que hieren el alma.

“El hambre emocional es esa sensación que te lleva de lo dulce a lo salado y de lo salado a lo dulce. Una acción que se repite una y otra vez. En otras palabras, es el impulso que te lleva al refrigerador o meter algo a tu boca con el objetivo de aliviar, tapar o esconder ese sentimiento incómodo”, describe en entrevista para Salud180, Marisol Santillán, psicoterapeuta Gestalt.

Hambre emocional: ¿víctima o victimaría?
El apetito emocional no es un producto de la imaginación. De acuerdo al Instituto Médico Mayo Clinic, los peores antojos ocurren cuando nos encontramos más débiles emocionalmente.

El cuerpo de una mujer con sobrepeso del otro lado delgado

La razón de lo anterior, y que no siempre está mal, es que culturalmente generamos vínculos con la comida. “Todos tenemos una conexión con la comida y es inevitable, porque crecimos relacionándonos desde una primera instancia con mamá a través de la comida y así con el resto de nuestras reacciones”, indicó la también especialista en detección y prevención de los Trastornos de la Conducta Alimentaria.

“Lo que finalmente nos lastima no son los sentimientos en sí, sino todo lo que hacemos para no sentir”, libro Aprende de tu hambre emocional y dile adiós a la dieta.

¿Cómo saber que te estás comiendo tus emociones?
Para saberlo, la experta Marisol Santillán te propone el siguiente ejercicio:

1. Cierra los ojos, da tres respiraciones profundas y muy lentas. Trae a tu memoria algún momento en el que contuviste el llanto o alguna escena donde no te permitiste llorar.

2. Revívela en tu mente lo más detalladamente posible. Date el tiempo suficiente, no hay prisa. Ahora siente tu cuerpo, despacio, revisa tus sensaciones. ¿Cómo se sienten tu cuello, tu garganta y tu pecho? Reconoce cada una de ellas.

3. Identifica las sensaciones que experimenta tu cuerpo al querer llorar.

4. Anota tus reflexiones y lo que sentiste. Sé específico.

5. Pregúntate si te quedaste con la necesidad de seguir llorando. Date el permiso de hacerlo durante un rato más. No lo detengas, confía, seguro pasará.

“El problema está ahí desde el momento en que la desconexión del cuerpo es tal, que te cuesta identificar si es hambre física o necesitas un abrazo o palabras de apoyo”, dijo la experta.

¿Cómo controlar el hambre emocional?
“Mientras sigas pensando que a tu cuerpo le sobra o le falta algo, seguirás encontrando partes para cambiar o corregir, y entrarás en una carrera sin fin”, libro Aprende de tu hambre emocional y dile adiós a la dieta.

Por otro lado, para ir retomando el camino, Mayo Clinic recomienda: llevar un diario de comida, dominar el estrés, trata de tener un pasatiempo como leer, jugar con el perro, elimina la tentación, come bocadillos saludables y, ¡pide ayuda!

Adelgazar haciendo las paces contigo misma no es una misión sencilla, se requiere de llegar al fondo de heridas que incluso no reconocemos de forma consciente. De ahí, que la experta sugiere que siempre en lo posible te apoyes en alguien con la preparación adecuada.

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