¿Por qué muchos estudiantes aumentan de peso en primer año de universidad?
El hecho de que “la ciencia explica por qué es tan típico que los estudiantes de primer año aumenten de peso” revela más que un simple chiste universitario: se trata de un conjunto de factores biológicos, sociales y ambientales que convergen al iniciar la vida académica.
Un estudio de George Mason University muestra cómo los entornos de comedor, la vida social y el estilo de vida del primer año favorecen un ganancia de peso acelerada.

¿Qué tan real es el fenómeno del “Freshman 15” y qué revela la ciencia?
El célebre término “Freshman 15” —que sugiere un aumento de unas 15 libras (~6,8 kg) en el primer año universitario— ha atrapado la imaginación colectiva, pero lo que muestran los estudios es más matizado. Un meta-análisis de 32 estudios en estudiantes de primer año encontró que aproximadamente el 60 % ganaron peso, con una media de 3,38 kg entre quienes lo hicieron.
Recientemente, un análisis de los investigadores de George Mason mostró que los estudiantes tienden a comer más en entornos formales o en grupo y subestiman cuánto comen, lo que alimenta ese ascenso en la báscula.
Así, la ciencia confirma que el aumento de peso en el primer año es real, aunque la magnitud varía, y pone el foco en por qué antes que en la cifra exacta.
¿Qué cifras estamos viendo en los estudios recientes?
Más de la mitad de los estudiantes universitarios de primer año registran aumento de peso.
La ganancia promedio entre quienes la experimentan ronda los 7,5 lbs (~3,4 kg) en los primeros 6-8 meses.
El contexto y estilo de vida marcan una diferencia mayor que el simple hecho de “vivir fuera de casa”. Por ejemplo, un entorno que promueva grandes porciones o comidas sociales facilita ese peso extra.
¿Por qué los estudiantes de primer año tienden a ganar peso? Factores clave
El paso a la vida universitaria implica una ruptura en hábitos de alimentación, actividad física, sueño y rutinas: un cóctel que favorece la ganancia de peso.
Ambiente alimentario y comidas en grupo
Los estudios muestran que los estudiantes comen más cuando están acompañados o en comedores universitarios. En uno de los estudios se encontró que comer con dos o más compañeros elevó el consumo calórico promedio por comida y el propio estudiante subestimaba lo que había ingerido.
Además, los buffets o comedores de autoservicio tienden a ofrecer porciones ilimitadas o de gran volumen, lo que facilita el consumo excesivo por parte de quienes no están habituados a autopercibirse como “saciedad”.
Cambios en actividad física, sueño y estrés
El primer año conlleva menor supervisión, más libertad y horarios irregulares. La actividad física tiende a disminuir (menos clases obligatorias de deporte) y el sueño se fragmenta, lo que afecta hormonas como la leptina y la grelina, incrementando el apetito.
El estrés académico y social también juega su papel: el cambio de contexto, la búsqueda de vida social y la presión pueden fomentar hábitos alimenticios menos saludables o comer emocionalmente.
Factores metabólicos y psicológicos
Aunque el principal motor es ambiental, hay factores individuales que modulan el efecto: la conciencia alimentaria, rasgos como la “conscientiousness” (responsabilidad y autocontrol) y el historial de peso previo juegan un rol. Según un análisis, los estudiantes más conscienciosos presentaron menor ganancia de peso.
Estas interacciones entre biología, psicología y entorno explican por qué algunos estudiantes se mantienen estables y otros no.

¿Cómo prevenir la ganancia de peso en el primer año universitario? Consejos basados en evidencia
El enfoque no es alarmista, sino proactivo: si tienes el contexto adecuado, puedes minimizar la tendencia a subir de peso durante el primer año.
Autoconciencia y control de porciones
Registra lo que comes o analiza las circunstancias: ¿estás comiendo más al estar con amigos? ¿Optas por el buffet por defecto? Estudios señalan que subestimamos nuestras consumos en comedor colectivo.
Opta por comer consciente, prestar atención al hambre real, servirse porciones más pequeñas y evitar repetir por imposición del entorno.
Mantener o adaptar la actividad física
Aunque la universidad ofrezca menos estructura de ejercicio, buscar actividades recreativas, unirse a grupos de deporte o simplemente caminar más puede contrarrestar la reducción de gasto energético.
Incluso 150 minutos de actividad moderada a la semana son recomendables para mantener el equilibrio.
Regular el sueño y el estrés
Dormir adecuadamente (7-9 horas) y mantener horarios relativamente regulares ayudan a regular hormonas del apetito y reducir el hambre nocturna o el “picoteo” emocional.
Además, gestionar el estrés mediante pausas, meditación o desconexión puede evitar la comida como válvula de escape.
Elegir alimentos más densos en nutrientes
Limitando el consumo de comidas rápidas, bebidas azucaradas frecuente, el estudiante puede mejorar la calidad de su alimentación y reducir la acumulación calórica. Estudios muestran que la libertad de acceder a alimentos altamente procesados es uno de los desencadenantes.
La frase “la ciencia explica por qué es tan típico que los estudiantes de primer año aumenten de peso” nos invita a mirar la entrada universitaria como un momento crítico para la salud, no solo como una curiosidad anecdótica.
Cambios en el entorno, la alimentación, la actividad física y el sueño convergen para marcar un patrón que puede extenderse más allá del año inicial. Sin embargo, este no es un destino inevitable: con autoconciencia y hábitos adaptados se puede romper la tendencia. Si eres estudiante o trabajas con jóvenes en transición, vale la pena integrar estas estrategias en el día a día. Y si tienes condiciones de salud preexistentes, consulta con un profesional para personalizar tu enfoque de alimentación y bienestar.