Várices vulvares: causas, síntomas y tratamientos
Las várices vulvares son más comunes de lo que se habla, pero menos comprendidas de lo que se debería. Este trastorno íntimo afecta tanto la salud física como la calidad de vida emocional de miles de mujeres.
Según la Cleveland Clinic, las várices vulvares afectan hasta al 22% de las mujeres embarazadas y a muchas más en edad fértil, aunque su prevalencia suele subestimarse debido al tabú social sobre la zona genital.
¿Qué son exactamente las várices vulvares?
Las várices vulvares son dilataciones anormales de las venas ubicadas en la región de la vulva, que se presentan con mayor frecuencia durante el embarazo, aunque no exclusivamente. Se trata de venas que pierden su elasticidad y capacidad de retorno venoso, provocando hinchazón, dolor y sensación de presión en la zona íntima.
Esta condición está relacionada con la insuficiencia venosa en la pelvis, a menudo formando parte del llamado síndrome de congestión pélvica, un trastorno que también puede afectar el útero y los ovarios, según MSD Manuals.

¿Cuáles son sus causas principales?
Embarazo: el gran disparador
Durante la gestación, el útero en crecimiento presiona las venas pélvicas y ralentiza el flujo sanguíneo, lo que favorece la aparición de várices. Además, el aumento de progesterona provoca la relajación de las paredes venosas, aumentando el riesgo.
Según la Mayo Clinic, las várices vulvares pueden comenzar a desarrollarse a partir del segundo trimestre de embarazo, incrementándose en tamaño y molestias conforme avanza la gestación.
Causas hormonales y genéticas
No todas las várices vulvares están relacionadas con el embarazo. La predisposición genética, alteraciones hormonales y antecedentes familiares de insuficiencia venosa también pueden desencadenarlas. La posición prolongada de pie o sentada, así como el sobrepeso, son factores adicionales.
¿Cómo se manifiestan?
Los síntomas varían de una mujer a otra, pero suelen incluir:
- Dolor o pesadez vulvar al estar de pie o caminar
- Sensación de ardor o picor en la vulva
- Hinchazón visible en forma de cordones o nódulos
- Malestar durante las relaciones sexuales (dispareunia)
- Irritación o sensación de presión al final del día
En muchos casos, los síntomas empeoran con el calor o durante el ciclo menstrual.

¿Son peligrosas las várices vulvares?
Aunque en la mayoría de los casos no representan un riesgo vital, sí pueden afectar significativamente la calidad de vida. En casos raros, pueden complicarse con trombosis o sangrados, especialmente durante el parto. Por ello, un seguimiento médico es fundamental.
Las molestias físicas suelen combinarse con un impacto psicológico importante: vergüenza, incomodidad con la imagen corporal y reducción del deseo sexual son frecuentes. Este componente emocional requiere también ser abordado en consulta.
¿Se pueden prevenir?
No existen fórmulas mágicas, pero sí estrategias que ayudan a prevenir o retrasar su aparición:
- Evitar el sedentarismo
- Elevar las piernas al descansar
- Usar ropa interior de soporte
- Mantener un peso saludable
- No permanecer demasiado tiempo de pie

¿Qué tratamientos existen?
Tratamientos conservadores. En la mayoría de los casos, el tratamiento no quirúrgico es suficiente. Las recomendaciones suelen incluir:
- Cambios en el estilo de vida. Compresión externa (con ropa íntima especial)
- Medicación para mejorar el retorno venoso (bajo supervisión médica)
Estos métodos alivian los síntomas y evitan la progresión de las várices.
Tratamientos médicos y quirúrgicos.
Cuando las molestias son intensas o las várices persisten después del embarazo, pueden indicarse procedimientos médicos como:
- Escleroterapia (inyección de sustancias para cerrar las venas)
- Embolización pélvica (bloqueo del flujo sanguíneo en las venas afectadas)
- Cirugía (ligadura o extirpación de venas, en casos extremos)
Estos tratamientos deben ser realizados por especialistas en cirugía vascular o ginecología intervencionista.
¿Desaparecen después del embarazo?
En muchas mujeres, las várices vulvares mejoran espontáneamente después del parto. Sin embargo, no siempre desaparecen por completo. En embarazos sucesivos, suelen reaparecer con mayor intensidad. Por eso es importante el seguimiento médico incluso tras el nacimiento.
¿Cómo afectan las relaciones sexuales?
La incomodidad física, el dolor y la inseguridad corporal pueden interferir negativamente en la vida sexual. Algunas mujeres evitan la intimidad por miedo al dolor o a la apariencia de la zona. Es clave hablar con la pareja y con profesionales de salud para abordar este impacto de manera integral.

¿Es posible vivir con várices vulvares?
Sí. Aunque molestas, las várices vulvares no impiden una vida plena si se diagnostican y tratan adecuadamente. La información, el acompañamiento médico y la conciencia corporal son fundamentales para manejar esta condición.
¿Qué hacer si sospechas que las tienes?
Lo primero es consultar con un ginecólogo o un flebólogo. No se recomienda autodiagnosticarse ni iniciar tratamientos sin supervisión médica. Cuanto antes se identifique el problema, más posibilidades habrá de evitar complicaciones.
El impacto emocional y social
Las várices vulvares también “pesan” en lo emocional. Aceptar los cambios del cuerpo y buscar ayuda especializada es esencial. La salud íntima es salud integral. No hay que resignarse al dolor ni al silencio.
Las várices vulvares no son una rareza ni una anomalía vergonzante. Son una condición médica común que merece atención, empatía y tratamiento. Hablemos de ellas sin miedo ni eufemismos. El conocimiento es salud, y la salud íntima también importa.