Ya podemos decirlo en voz alta: no hace falta cargar el móvil cada día. Android puede presumir de ello
Durante la última década, una mentirijilla de la industria del móvil ha sido la autonomía. Los fabricantes nos dieron más miliamperios, y pasamos de la obligación de cargar el móvil cada noche a la promesa de "aguantar el día y medio". Pero la ansiedad seguía ahí: un viaje, un día de uso intensivo de cámara o unas horas de gaming nos dejaban tiritando en ese 15% antes de cenar. Sin embargo, todo ha cambiado, y por fin tenemos una autonomía digna de la potencia de los últimos chips o los sensores de cámara más vanguardistas.
Una revolución silenciosa. Ese panorama ha cambiado en 2025, y seguirá cambiando en 2026. Y no ha sido gracias a una optimización mágica de parte del software, sino a un cambio químico: las baterías de silicio-carbono.
Como ya hemos contando desde Xataka Android, el truco es sustituir el grafito tradicional por un compuesto de silicio. Este tiene una densidad energética mayor, pero puede expandirse demasiado; la mezcla con el carbono lo estabiliza. En resumen: mucha más capacidad en exactamente el mismo espacio físico.
De la gama media a los 15.000 mAh. Esta tecnología liderada en un comienzo por Honor, empezó a asomar en la gama media con propuestas casi absurdas como el Honor Power con 8.000 mAh. Pero la cosa no terminó ahí: Realme ha llegado a mostrar un prototipo que alcanza los 10.000 mAh e incluso uno inviable con 15.000 mAh de silicio puro. Lo mejor es que están empezando a normalizarse, y ahora sí, está dando el salto a la gama alta global.
Mi experiencia: cuatro días sin pasar por el enchufe. La prueba definitiva la he tenido en mis manos estas últimas semanas: el OnePlus 15. Es un gama alta con la máxima potencia (Snapdragon 8 Elite Gen 5) y una pantalla que refresca a 165 Hz. En el pasado, esto sería sinónimo de una batería que sufriría para alimentar estos componentes.
Pero este móvil lleva 7.300 mAh en un grosor estándar de 8,1 mm. El resultado ha sido cargar el móvil, de media, dos o tres veces por semana. Mi mejor marca fue de cuatro días y nueve horas. He jugado a 'Fortnite' en épico sin miedo a que la batería se desplomase, he usado el GPS y he llegado a casa con tres cuartos de la batería completa. Esa ansiedad de la que hablaba ha desaparecido, y ahora me costará volver atrás.
Nueva norma. La experiencia con el OnePlus 15 no es un caso aislado aunque todavía quede un tiempo para que estas baterías lleguen a todos los fabricantes y gamas. A comienzos de año, lo vimos al analizar el Realme GT7 Pro: con sus 6.500 mAh, mi compañero registró también unos tres días de autonomía. Por último, el Oppo Find X9 Pro también nos sorprendió por su longeva autonomía.
Sin embargo, la industria se mueve muy rápido: el Honor Magic8 Pro viene con 7.200 mAh (aunque recortados en nuestro continente). El salto es tan evidente que los fabricantes que no lo adoptan, como Samsung, sufren: el Galaxy S25 Edge que además apuesta por un grosor minimizado es un ejemplo claro.
El futuro. Lo mejor de esta tecnología no es solo para los móviles grandes (más de 6,7 pulgadas). Es la solución que le vendrá como anillo al dedo para tres formatos que tenían un problema con las baterías:
Los móviles ultrafinos: si Apple o Samsung adoptan el silicio-carbono en sus futuros S26 Edge o iPhone Air, podrán mantener el diseño sin tanta penalización.
Los móviles compactos: la gran utopía. Como ya comenté hace tiempo, los móviles de 6,1 o 6,3 pulgadas no tenían tanto espacio físico para grandes pilas. Ahora sí será posible, para que por fin, aguanten como mínimo unos dos días.
Los plegables: la propia Honor lo ha mostrado con su Honor Magic V3. Y esto es solo el principio.
Más que días de uso sin cargar. Esta revolución trae un beneficio más que quizá está pasando más desapercibido. Además de mejorar la autonomía de formatos donde el espacio está contado, tener una batería tan masiva permite amortiguar mejor su degradación.
Para empezar, los ciclos de carga se reducen drásticamente (por ejemplo, al cargar el móvil tres veces por semana en lugar de siete). Y esto, sumado a que la propia tecnología promete más ciclos de vida, significa que la degradación —más notable a partir de los dos años— tardará más en aparecer.
Por fin podemos decir que la batería ha dejado de ser justa, y que pasar cada día por el enchufe no es una obligación. Es un "pequeño" gran lujo. Ya era hora.