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SODOMA Y GOMORRA

No todos participaron activamente, pero todos estuvieron: lo que revela el caso de violación grupal en Santiago

La cronología judicial los divide entre quienes agredieron físicamente y quienes observaron, es decir, que participaron en algunos momentos grabando o simplemente divirtiéndose con lo ocurrido en la vivienda privada a la que fue llevada la víctima.

La joven había salido con amigas a un centro de diversiones de Santiago. Una vez allí, empezó a sentirse mal, por lo que aceptó la ayuda de conocidos que se ofrecieron a llevarla a un hospital.

De acuerdo con la acusación, Yamir Fernando Pérez Toribio (Ferrere) y el hoy prófugo Erik Castro Álvarez, también identificado como Eriberto Castro Díaz (Álvarez o Pochón) se ofrecieron a llevar a la joven a un centro de salud en una pasola, con la aparente intención de ayudarla. Sin embargo, nunca ingresaron a ningún hospital.

La Fiscalía sostiene que, bajo la apariencia de buena voluntad, la condujeron hasta la casa de Pérez Toribio, ubicada en La Javilla, municipio de Villa González, en Santiago.

Allí ya esperaban los demás imputados con es escenario preparado.

La investigación añade que el momento fue grabado en videos que muestran tanto a quienes participaron de forma directa como a quienes estuvieron presentes como testigos activos de la violencia. Ese registro audiovisual es ahora una de las piezas centrales en el proceso judicial.

Parte de la agresión fue grabada y esos archivos se compartieron entre terceros y en redes sociales, llevando el espectáculo a otra dimensión, porque se habla de que también lo subieron a páginas porno.

Los delitos sexuales se convierten en el pan de cada día.

Según los informes oficiales en el primer semestre del año se presentantaron 3,329 denuncias por delitos sexuales.

De 31,908 denuncias de violencia de género, intrafamiliar y delitos sexuales; 3,329.

Pero las más destacadas son las dos violaciones grupales o “ en manada” ocurridas, una en Villa González a una joven de 21 años, y otra en San Francisco de Macorís a una adolescente de 13 años, han consternado a la sociedad dominicana.

Estamos contemplando a Sodoma y Gomorra en el siglo 21.