Violencia estética: cuando la mujer se siente presionada por encajar en un canon de belleza irreal

Las mujeres nos sentimos constantemente presionadas para encajar en un canon de belleza que no siempre es fácil de alcanzar. Debemos ser delgadas, pero con formas, sobre todo en el pecho, que debería ser grande. Nuestra piel debería ser tersa y firme, da igual la edad que tengas.

Deberías tener la altura suficiente para que la ropa nos siente como un guante, pero no demasiada como para intimidar al hombre desde las alturas. Y, por supuesto, siempre deberíamos estar completamente depiladas. Antes, ese canon de belleza lo veíamos en actrices o modelos a través de la televisión o las revistas, pero en este momento nos encontramos constantemente bombardeadas a través de las redes sociales, que nos enseñan lo que «deberíamos ser» cueste lo que cueste.

La violencia estética se puede entender como la presión social para cumplir un determinado prototipo estético a toda costa, incluso cuando alcanzarlo supone algún riesgo para la salud mental y física de la persona. Según el psicólogo Nahum Montagud Rubio, hay que entender que el canon de belleza es tan inalcanzable que por mucho que nos operemos, maquillemos o depilemos nunca estaremos del todo a la altura, y si lo estamos, esa violencia estética nos presiona para temer que «nos echemos a perder».

De este concepto habla la doctora en sociología Esther Pineda en su libro «Bellas para morir: estereotipos de género y violencia estética contra la mujer». En él describe de qué forma los cánones de belleza han ejercido una violencia que, aunque silenciosa y aparentemente inofensiva, ha marcado el cuerpo y la mente de las mujeres a lo largo de la historia. Sostiene que la violencia estética se fundamenta en cuatro formas principales de discriminación: el sexismo, el racismo, la gerontofobia y la gordofobia.

El canon de belleza es sexista porque se exige casi de forma exclusiva a las mujeres y se considera una condición inherente y definitoria de su feminidad. Mientras que en las mujeres la belleza aumenta su feminidad, en el caso de los hombres se percibe como que disminuye su masculinidad.

Los estereotipos de belleza son gerontofóbicos porque hay un rechazo absoluto de la idea de vejez. Se prefiere a las mujeres con rasgos casi neonatales, ausencia de defectos asociados a la vejez como arrugas o manchas en la piel.

El canon de belleza es racista porque, al menos en el caso occidental, se ha constituido a partir de la blanquitud. Las mujeres negras, asiáticas, árabes, indígenas y, en definitiva, no caucásicas de piel clara han sido invisibilizadas en el canon de belleza.

Y también es gordofóbico porque en el canon de belleza se rechaza, de forma sistemática y explícita, los cuerpos de grandes proporciones. Dejando de lado el debate de los problemas médicos que implica la obesidad, relacionándolo con la belleza es un hecho que las personas con tamaños corporales grandes se han enfrentado al estigma, la discriminación y el menosprecio.

Los hombres también pueden verse sometidos a esta violencia estética al considerar el prototipo de hombre ideal uno musculado, ni extremadamente delgado ni obeso. Pero la presión siempre es menor, minimizando las supuestas faltas que hacen que no alcancen el patrón deseado. Las canas son consideradas como símbolo de experiencia y madurez, la barriguita es signo de independencia, ya que no consideran necesario pasarse horas y horas en el gimnasio y tener pelo en el cuerpo puede significar hombría. Es complicado que los hombres se vean forzados a poner en riesgo su salud para verse guapos, lo que sí ocurre en el caso de las mujeres.

Por poner un ejemplo, poco invasivo pero sí muy presente en nuestro día a día, hablemos de la depilación femenina. Existen muchas mujeres que deciden no depilarse, pero todavía hoy hay muchas personas que perciben a esas mujeres como poco higiénicas por el hecho de tener vello en el cuerpo, principalmente en las axilas. ¿Es la depilación un signo de violencia estética? Sí, porque exigimos a las mujeres que hagan algo que, en términos biológicos, va en contra de su naturaleza, además de que puede implicar riesgos para la salud como heridas o infecciones.

¿Significa esto que no deberíamos preocuparnos por nuestra apariencia? Tampoco es eso, no vamos a irnos de un extremo a otro sin pasar por el medio, existen las escalas de grises. Además, sería un poco absurdo que una revista como esta hiciera ahora apología de lo contrario que predica a diario. Si te maquillas, te depilas o te operas como una decisión libre, está bien, pero si te sientes presionada por no encajar en el canon de belleza social, deberías replanteártelo. Ir al cirujano porque no te gusta como eres supone un problema que el bisturí no va a solucionar.

Por poner un ejemplo, poco invasivo pero sí muy presente en nuestro día a día, hablemos de la depilación femenina. Existen muchas mujeres que deciden no depilarse, pero todavía hoy hay muchas personas que perciben a esas mujeres como poco higiénicas por el hecho de tener vello en el cuerpo, principalmente en las axilas. ¿Es la depilación un signo de violencia estética? Sí, porque exigimos a las mujeres que hagan algo que, en términos biológicos, va en contra de su naturaleza, además de que puede implicar riesgos para la salud como heridas o infecciones.

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